Translate

viernes, 18 de marzo de 2011

" El nido Techno "

Muchas personas estamos viviendo, con cierta inquietud, el desarrollo de la cultura techno. Varias fueron las situaciones por las que nos encontramos con esta peculiar forma de vida. Es posible que alguien haya pensado en actos fortuítos para darle una explicación a su encuentro con él. Tengo pleno convencimiento de que, en esta vida, muchos sonidos nos han pasado de cerca para, posteriormente, irnos alejando más y más de ellos. Al haber nacido en 1981, siempre he tenido una clara influencia de los 70 y los 80, sin por ello haber recibido un mensaje demasiado distorsionado, (como puede ser el caso de alguien que lo reciba en la actualidad). Obviamente, ésto es una generalidad. Por supuesto hay personas que, a pesar de tener todas las condiciones para captar la esencia de un estilo de forma manipulada, logran filtrarlas y nutrirse de lo mejor de cada uno. Aun así, creo que esas son las menos… De alguna forma, toda la música con la que yo había crecido en los 80, fue cobrando sentido en algún punto concreto de mi vida, a finales de los 90. Si lo analizo friamente, poco tienen que ver mis influencias de niño con esos ritmos acelerados y repetitivos que acabé bailando en antros varios en mi adolescencia. Si lo hago desde una perspectiva más cálida, claramente tienen una conexión brutal. Para mi, el techno que amo a día de hoy es una consecuencia casi lógica de una espiral de violencia auditiva que mi mente había demandado siempre. Lo percibo como una fase más de la dualidad que tanto parece gustar al ser humano. Para mi no existe el bien sin el mal, el amor sin el odio y tampoco la mesura sin el exceso. Es ahí donde entran en juego las contraposiciones de la música ambient con el schranz industrial más enérgico y despiadado. ¿ Por qué tener que distanciarse unos de otros? En mi caso van unidos de la mano, son complementarios y cada uno enriquece la parte a la que el otro no llega. Muchas veces he oído un buen tema electro, italo disco ó techno pop de los 80 y, en ese momento, parece que me invaden esos nostálgicos sonidos, siendo los que se apoderan de mi mente y sentidos (hasta que mi vena combativa me incita a reproducir un tema de Greg Notill, uno de esos que tengo guardados como oro en paño y que, un buen dia de 2006, hizo que el proyecto de Galician Hell tomase forma). Un solo “beat” puede desencadenar en mí la fuerza necesaria para asumir un proyecto; es la magia de éste movimiento, la magia de la dualidad del ser humano. Los que de verdad amamos el techno, nos sentimos bastante insatisfechos con la situación por la que está pasando, aunque no es bueno caer en la crítica fácil sin aportar ninguna solución. El techno ha sido como una plataforma para muchos, un lugar donde invertir parte de su tiempo del fin de semana. Para otros, ha sido puro mercantilismo, un negocio. Seguramente, para algunos, haya sido una mezcla entre ganar mucho dinero, pasárselo bien y disfrutar de la música que les apasiona. No voy a criticar la parte que pienso que no lo merece ya que, ciertas oligarquías del techno, lo han impulsado, desarrollado y hecho culto. Pero esas mismas fuerzas que lo han catapultado a lo más alto, también han sido las que han contribuído a su desplome, por no haber sabido gestionar una creciente cantera de público que sabía lo que era el techno o, lo que es peor, por no haber querido. Desde tiempos inimaginables, unos pocos siempre han querido controlar a muchos. Nuestra música no ha sido menos. El que posee el conocimiento, poseerá a los demás. Mi máxima es “ al que sepa menos que tú, enséñale; al que sepa más, admírale y aprende “Cuando el techno se convierte en un movimiento de personas que tienen cierto conocimiento y pretenden ocultarlo, guardárselo para sí, no avanza. Durante varios años, éste ha sido el panorama. Unos pocos que tienen el conocimiento, los contactos y los medios para gestar techno y unos muchos que lo disfrutan, (mediante unas limitaciones que los anteriores ofrecen). Esas limitaciones arrancan con un panorama donde todavía no existe la red masiva y en un claro oligopolio. Primero te damos un caramelo y, cuando lo estes deshaciendo, vendrás a nosotros, porque apenas tienes otro suministrador. Quizás se pueda ver la parte positiva a éstos hechos acaecidos. Durante años se concentraron seguidores del techno en puntos estratégicos, en los que se fraguó una singular energía que aún perdura para muchos. Esas energías a veces se conseguían dispersar, proyectadas en forma de pequeños pubs ó raves, aunque la sombra de los grandes siempre fue demasiado estirada. Es ahí donde enfatizo mi crítica. Ya no es que el conocimiento se haya ocultado, se ha intentado taponar al que lo iba atesorando. Pero todo ese vendaval de energía, de esas personas que consiguieron crecer en el techno, con ayuda de esas oligarquías, pero, sobre todo por la fuerza de su amor por la música, no podía quedarse quieto. Así fue como el movimiento obrero del techno fue saliendo del cascarón, reclamando un mejor trato y mirando de tú a los que se creían los amos y señores de algo que no tiene dueño, “ El Techno “. Aún sigue habiendo mucho público sin apenas amplitud de miras. Tenemos que plantearnos qué ha fallado para no haber sabido transmitir bien el mensaje que algunos logramos captar. De nuevo, lo que puede ascender a un movimiento también puede aprisionarlo. Las nuevas tecnologías, a priori portadoras de cultura y conocimiento, parece que han focalizado todo su potencial en centralizar aún más el poder, creando una supuesta democracia que, en la práctica, no veo como tal. Todo aquello que supuestamente ofrece más imaginación y más diversidad, en realidad pienso que, simplemente, funcionariza a la persona, la aparta de esos pequeños componentes de esfuerzo que toda pasión suele requerir. Siempre que se generan este tipo de debates, se tiende a generalizar y, en mi caso, es lo que estoy haciendo, no sin antes recalcar que, por supuesto, hay muchas personas por ahí que aprovechan al máximo lo que las tecnologías nos están ofreciendo, pero, considero que son una clara minoría. La crítica va directa a quienes, de alguna forma, aprovechan dicha tecnología para no esforzarse y, aún encima, no aportar nada que no hubiese. Si nadie pone freno a todo ésto, es muy probable que hasta los que nacieron del techno, de su pureza y de su esfuerzo, se vean contagiados por la vorágine de robotización que, si bien quizás no impida algo de imaginación, pienso que la limita en exceso. Y, repito, ésto no va por todos, faltaría más. Para hablar en profundidad de cómo algunas generaciones han nacido sin comprobar el esfuerzo que a veces requiere ser amante del techno, es necesario remontarnos a los orígenes: La música que más me gusta, se llama "Techno" o música tecnológica, engloba muchos tipos de sonidos, es muy compleja, (ya que bebe de varias fuentes) y se fue difundiendo por el mundo de varias maneras. Aunque podríamos remontarnos a finales del S XIX a la hora de buscar los primeros sintetizadores, no es tan antigua como podríamos pensar: las crónicas apuntan al grupo alemán “Kraftwerk”,en los años 70, como fuente inspiradora del movimiento, aunque si te adentras en su Historia, es irremediable nombrar a leyendas como “Tangerine Dream”, “Funkadelic” o “B´52´S”. Tampoco podemos olvidar a personajes como el ingeniero y compositor Maurice Martenot, creador en 1928 de las “ondas Martenot”, instrumento formado por un teclado, un altavoz y un generador de baja frecuencia (monofónico), Tom Dissevelt, pionero en realizar música electrónica popular -que más tarde darían a conocer los anteriormente citados “Kraftwerk y “Tangerine Dream”- a Jean-Jacques Perrey, ingeniero electrónico y músico que ideó, durante una prolongada estancia hospitalaria, un instrumento que sería precursor de los actuales sintetizadores. Como anécdota, recordar que, en 1990, el célebre grupo “Gang Star” remezclaría uno de sus títulos (“Eva”). En los años 60, Ennio Morricone y François de Roubaix aplicarían conceptos de música electrónica en películas tan importantes como: “Por un puñado de dólares”, en la que se daría a conocer un tal Clint Eastwood. En Enero de 1969, Jean Michel Jarre, el hijo de Maurice Jarre -compositor de música para películas-, entra en el GRM de Schaeffer, entrando en contacto con la síntesis musical. Karlheinz Stockhausen, conocido por sus trabajos de música contemporánea y sus innovaciones en electroacústica, aleatoria y seriada, dio conferencias y conciertos en Europa, Norte América y Asia. Fue profesor invitado de composición en la Universidad de Pensilvania en 1965, y en la Universidad Davis de California en 1966-67. Fundó y dirigió los Cursos de Nuevas Músicas de Colonia desde 1963 a 1968. En ésta época ya había impulsado “Kontakte”, pieza sónica y sintética con impulsos sonoros creados por generadores, “cortados y pegados rítmicamente, acelerándolos extraordinariamente sobre bucles cerrados”. En 1971 fue nombrado profesor de composición del Conservatorio Nacional de Música, permaneciendo en el puesto hasta 1977. Los dos fundadores de “Kraftwerk”, salidos de la “Kunstakademie” de Dusseldorf, también estudiaron a Stockhausen. Tampoco debemos omitir al gran Brian Eno, compositor de música electronica y experimental y precursor de la música “ambient”, o a “Cabaret Voltaire”. Con todo este mar de interminables influencias, nacería lo que hoy consideramos “Música Techno”… En Detroit surgió un movimiento lo más cercano a ese concepto. Tres estudiantes del barrio burgués de “Belleville” se conocen e intercambian ideas, hasta llegar al punto de crear una forma de hacer música con unas estructuras muy concretas, un tipo de sonido y melodías que iniciaron toda una revolución en el mundo a través de máquinas analógicas. Según se cuenta, el hermano mayor de Derrick May graba por error a Kraftwerk en la cinta de Juan Atkins, desencadenando lo que os podéis imaginar. En palabras del propio Derrick, describiendo el ambiente en el cual crecieron: “Aquí todo el mundo tiene un familiar que trabaja en la industria. Se trata de una influencia directa, a veces muy fría, desprovista de emoción. La máquina no experimenta ni amor ni sentimientos. A veces, los que manejan esas máquinas carecen ellos mismos de sentimientos, pues trabajan durante horas absorbidos por algo de lo que no reciben ninguna compensación. Se ha llegado a hacer esta música inconscientemente, pues todo es inconsciente: un pensamiento inconsciente, una emoción inconsciente. Tomamos el concepto de máquina, no necesariamente el sintetizador, sino el sonido del sintetizador, y creamos nuestros propios sonidos; todos ellos nos llegaban inconscientemente del universo de la industria, de la mecánica, de las máquinas, de la electrónica. ¿Por qué? Porque llega de Detroit. Allí es donde viven nuestras familias y amigos. Allí es donde trabajan y componen. Ése es el entorno que nos ha creado. Y, nosotros, por nuestra parte, social e inconscientemente, hemos creado esa música. Creando esa música hemos creado nuestro entorno”. Otra de las frases célebres de Derrick May para definir el complejo concepto de “Techno” fue: “ La imagen de Detroit es un absoluto error. Es como si George Clinton y Kraftwerk coincidieran en un ascensor”. Una pieza importante para la difusión de la Música Techno fue Charles Johnson, más conocido como Electrifying Mojo, un completo rebelde de las ondas de radio setenteras en los Estados Unidos, impulsor de grupos de los 80 tan vitales como Depeche Mode, Kraftwerk, Yellow Magic Orchestra, New Order o artistas como Gary Numan. Ésas fueron las influencias que Mojo despertó en la triada de Detroit. A la vez que Kraftwerk produjo el éxito “Sharivari”, Juan Atkins creó Cybotron en 1981, catapultando el electro en formato de ciencia ficción. En 1985 toma el nombre de Model 500 y funda su propio sello independiente: “Metroplex”. Prácticamente a la par, Derrick crea “Transmat” y Kevin Saunderson “KMS”. Otros nombres como Carl Craig, Kenny Larkin, Jeff Mills o Richie Hawtin se desprenden del anonimato. Otra poderosa anécdota la relata Juan Atkins del siguiente modo: “ La Roland 909 acaba de ponerse a la venta cuando compuse No Ufo´s, pero, en este título, particularmente, mezclé dos cajas de ritmos juntas, lo que constituía una gran novedad. Es cierto que las cajas de ritmos programables de Roland tuvieron una importancia enorme en el desarrollo del sonido del house… Le daban un sonido extraño, algo esponjoso, casi húmedo… No habría existido el house sine llas. A este respecto, puedo contar una anécdota muy original. Alrededor de 1984 y 1985, Kevin Saunderson, Derrick May y yo mismo hicimos una breve actuación escénica en Detroit. Derrick necesitaba pasta para pagar el alquiler y quería vender su caja de ritmos a Jeff Mills, que estaba en otra banda de Djs y músicos en Detroit, -rivales nuestros de alguna forma-. Y le dije: no, no le vendas nada, sobre todo no le vendas la caja de ritmos porque, si no, sonará como nosotros y ese sonido se escuchará en sus mezclas en los clubs. Todo lo que nos hace distintos desaparecerá. Le propuse ir antes a Chicago a venderla, y así lo hizo. Creo que se la vendió a Frankie Knuckles… Y esa cajita de ritmos 909 creó todo el house music…”. 1987 es una fecha importante para el desarrollo del “Techno”. Derrick May compone “Strings of Life”, que será uno de sus himnos. En ese mismo año, un joven Jeff Mills estrena su programa de hip-hop en la emisora de radio WJBL, llegando a mezclar hasta 50 discos en una hora. Sería conocido como "The Wizard", siendo un modelo a seguir para varias generaciones de disc-jockeys.

No hay comentarios:

Publicar un comentario